martes, 4 de agosto de 2009

Llegada al Misterio :

Fotografía: Museo Antofagasta.

Emprendidas las paredes, gritaban la emoción tras la visita al reino fugitivo de perlas cautivas. El día irradiante por el frío abominable de un desierto urbano. Embargadas nuestras vistas diluían los cristales que enaltecían el lugar; pantanoso, escuálido, sereno y bien estructurado… nuestra casa, nuestra historia.

Perfecta simetría, caminamos por el pasillo en el que crujía la última gran gota sudorosa. El cemento nos hablaba del encuentro, los peces chillaban intimados por el flash temeroso de nuestros ojos. Cuan reliquia, cuan sinfonía dulce y pretérita: fueron perfectas partituras de nuestro desgarrante camino hacia la cultura máxima.

La locura fue instantánea, el momento de caminar por flotantes áreas de arena movediza, tan tenue, tan espesa que nos hacían caer en la excitación más profunda de nuestros sentidos nebulosos... ballenas, arte, pintura y bocas desgarrantes, fueron argumentos escuetos a la lumínica tempestad que nos cubría el rostro ciego, pero al fin vislumbrante al ver tantas hileras y palabras que se derriten en la mente, y en nuestros mágicos ojos…

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